25.6.25

España entró en el Sistema Monetario Europeo en 1989


La entrada de la peseta en el Sistema Monetario Europeo (SME) en junio de 1989 fue un paso clave en el proceso de integración económica de España en Europa, un paso que hizo el Gobierno del PSOE de Felipe Gonzales para modernizar la economía española, ponerla en el mundo y adoptar mecanismos de control que facilitaran la entrada de España en la Unión Europea, entonces CEE.

El SME fue un mecanismo creado en 1979 por los países miembros de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE), con el objetivo de estabilizar los tipos de cambio entre sus monedas, fomentar la convergencia económica entre los diferentes países y preparar el terreno para la futura moneda única que vendría luego, el euro.

El núcleo del SME era el mecanismo de tipos de cambio (ERM, por sus siglas en inglés), que obligaba a las monedas participantes a mantener sus tipos de cambio dentro de unas bandas de fluctuación estrechas respecto al ECU (European Currency Unit, moneda precursor del euro).

España ingresó formalmente en el mecanismo de tipos de cambio del SME el 19 de junio de 1989, bajo el gobierno de Felipe González. Esta incorporación supuso un compromiso con la disciplina monetaria y económica pues España se comprometía a mantener la estabilidad del tipo de cambio de la peseta frente a otras monedas europeas. Sobre todo para evitar devaluaciones competitivas, que en tiempos anteriores era una herramienta muy utilizada para el comercio, a costa de empobrecer los ahorros. La entrada supuso también un mejor control sobre la inflación y el déficit público.

La adhesión al SME era una condición previa para entrar en la futura Unión Económica y Monetaria y adoptar el euro. La decisión de 1989 fue solo el primer paso real hacia esa meta, que culminaría en 1999 con la entrada en la zona euro y la desaparición de la peseta en 2002.

Al unirse al SME, el Banco de España perdía parte de su autonomía para manejar los tipos de interés, y como decíamos antes, para poder realizar devaluaciones como herramienta de competitividad. Esto obligó a España a mejorar su competitividad vía reformas estructurales y contención salarial.

Se ganaba estabilidad monetaria, y reputación y seriedad económica a nivel internacional reforzada como país serio en su compromiso con Europa, lo que permitía ser un atractivo a las inversiones extranjeras gracias a un marco económico más previsible.

La entrada no suponía no tener que recibir tensiones fuertes en el tipo de cambio para adaptarnos a la nueva realidad de cambio de moneda. La peseta fue devaluada varias veces en los años 90 (1992, 1993 y 1995) debido a presiones del mercado, crisis de confianza y debilidad económica interna. Había que ir acercándola a un valor que desde Europa se considerara real.

Eso supuso unos costes sociales del ajuste económico, para cumplir los criterios de convergencia (inflación, déficit, deuda), España tuvo que implementar políticas de austeridad y reformas laborales impopulares.

La entrada de la peseta en el SME en 1989 fue una decisión clave para la modernización económica de España y su integración definitiva en la arquitectura económica europea. Marcó el inicio del camino hacia el euro, pero también obligó al país a afrontar desafíos estructurales con disciplina y reformas.