26.3.18

Revoluciones. ¿Qué nos quedó por hacer?

Es parte del texto de la contraportada del libro "Revoluciones" de Joaquín Estefanía. No es mas que una manera de aplaudir sus palabras que reflejan una fotografía de mi generación. Una simple y a veces dolorosa fotografía por lo que contiene de trabajos sin hacer.

2.3.18

El IPC en la Transición. Los Pactos de la Moncloa

Uno de los problemas más importantes que tuvo que pelear la Transición Española fue su realidad económica, productiva y laboral. Obsoleta y totalmente alejada de la competitividad. Y uno de sus síntomas fue el desbocado IPC anual que castigaba brutalmente a los trabajadores y clases medias.

El índice de Precios al Consumo empezó a descontrolarse antes de la muerte del Dictador. Desde 1970 sus números eran brutales, sobre todo desde el punto de vista actual, desde la implantación del euro.

La muestra de nuestras malas políticas económicas es precisamente este índice que parecía moverse a su antojo. Mientras en 1968 y 1969 se movía sobre un 3% en el año 1973 ascendió a un 14,2%. El año de la muerte de Franco era de un 14,1% pero el anterior fue de un 17,88%.

Aunque la cifra que levantó todas las alarmas se dió en el año 1977 con un 26,39% (hubo meses de más de un 3% mensual). Entre 1975 hasta 1979 (5 años) el IPC tuvo un acumulado de un 92,39%. Esto suponía que la compra más básica de una familia se había doblado y no siempre los sueldos lo conseguían, aún con enormes costos en conflictividad laboral a través de convenios de empresa o gremiales, muy costosos en esfuerzos para compensar estos desvaríos económicos.

Si a principios de 1975 un producto medio te costaba 1.000 pesetas, a finales de 1979 su precio era de 2.327 pesetas por el IPC acumulado año tras año. La Transición Política tenía que trabajar muy duro hacia una Transición Económica que fuera de la mano de la anterior, o todo se iría al traste, pues el descontento social era muy alto. En grandes capas de la sociedad existía la sensación de que la Democracia era incapaz de resolver este problema o incluso de que lo estaba creando.

A finales de 1977 se firmaron los Pactos de la Moncloa, inevitables, pero a la vez muy duros con los trabajadores de España, dando más poder al Banco de España para devaluar la peseta y controlar la salida de capitales, se implantó un nuevo modelo de despido libre y se intentó controlar el fraude fiscal. Para compensar la dureza de algunos apartados se realizaron también reformas políticas de calado, como más libertad de expresión, de asociación sindical a la vez que se desmontó todo el apartado del Movimiento Nacional Franquista que quedaba en pie en la estructura del Estado.

1.3.18

Transición. Reforma Política. Frenos. Líneas Rojas y Azules

Lo que conocemos como Transición Española fue en realidad un proceso de Reforma Política que todavía nos dura pues somos incapaces de llegar a unos niveles europeos. Un proceso que nos lleve desde la Dictadura de Franco a una Democracia plena. Pero ni empezó con la muerte de Franco ni terminó con la llegada de los socialistas al Gobierno en 1982, ni con el dimisión de Juan Carlos I en 2014. Seguimos admitiendo en nuestra sociedad tic nerviosos de una sociedad que no ha logrado superar con claridad sus 40 años de dictadura.

Y al ser aquello una Reforma Política, empezó como indica la palabra por una reforma de lo existente; no por retomar lo abandonado, ni por copiar lo que tenían otros países, ni por edificar algo nuevo. Se intentó reformar el Franquismo, sus instituciones, sus partes más cercanas a la democracia, pero sin entrar en una Democracia plena. Tuvo que ser Adolfo Suárez con su llegada a la Presidencia de España, quien de verdad empezara un proceso de Reforma Política en serio, cuya meta era lograr la democracia lo antes posible.

Desde la muerte de Franco y la investidura del Rey Juan Carlos I tuvieron que pasar 7 meses de timidísimos cambios engañosos, antes de que España empezara realmente a dar pasos hacia la democracia, hacia la Transición de una democracia avalable por todo el mundo occidental.

Se podría decir engañosamente que en realidad fue el mismo Juan Carlos I quien desde el primer día tomó las riendas de la Transición, pero aunque su discurso de proclamación indicaba pasos, es verdad también que en aquel primer discurso nombró a Franco y aseguró “firmeza y prudencia” en el nuevo camino de España, y repitió cuatro veces la palabra “orden” y otras cuatro “tradición” durante su discurso. Tuvieron que pasar siete meses para que al final y ayudado por “otros” y no todos españoles, eligiera a un pastor de ovejas que realmente creyera que España se merecía “otra cosa” que aquel tardo franquismo disfrazado.

Reforma de lo viejo, sin destruirlo. Y sobre todo sin pedirle explicaciones de ninguna clase a los anteriores. Transición pactada a través de una Constitución nueva que luego y con los años no hemos querido implantar ni respetar en toda su extensión social, pero que sí hemos modificado para cortar algunas de sus partes buenas.

Muere Antonio García-Trevijano Forte. ¿Quién fue de verdad?

Ayer falleció Antonio García-Trevijano Forte, un desconocido para las nuevas generaciones y un hombre muy conocido y poco reconocido abogado republicano que tuvo un papel muy importante en la Transición. Hoy Hermann Tertsch en ABC le dedica un artículo donde nos deja estos datos que dejo abajo, para conocerlo algo mejor. ¿Quién fue realmente Antonio Garcia-Trevijano? 

Tal vez ahora es el momento de indagar realmente sobre su papel fontanero, escondido y muy importante en unos años muy complejos en España. La propia Wikipedia publica datos suficientes para quien desee indagar algo más de su trayectoria política. Os dejo el texto de Hermann Tertsch en ABC.

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Antonio García-Trevijano Forte, nacido en Granada el 18 de julio de 1927 en una familia de juristas, funcionarios e intelectuales, estudió Derecho, aprobó notarías en cinco meses por tranquilizar a su padre y se lanzó a una vida trepidante y fascinante, merecedora de decenas de ensayos, biografías y novelas. Lo leyó todo, lo conoció todo, lo viajó todo y como abogado ganó fortunas. Pero su pasión eran el pensamiento político y España. Jugó un papel tan importante en los años del tardofranquismo y transición que nadie quiere recordarlo. Ha pasado cuarenta años en el ostracismo por ser el hombre que sabía demasiado. Desde su papel como hombre de confianza de Don Juan desde Estoril, su trato con el Rey Juan Carlos desde épocas de la Academia Militar de Zaragoza, su liderazgo en los planes primero de crítica y oposición real al régimen de Franco y después en la transición elegida. Creó la Junta Democrática de España, protagonizó su fusión con la Plataforma de Convergencia Democrática para la Platajunta. Redactó un proyecto rupturista de Constitución y fracasó al ser arrollado por las fuerzas reformistas. Todos se conjuraron contra él tras el pacto de Adolfo Suárez con Santiago Carrillo y Felipe González y lo metieron en la cárcel de Carabanchel para que no entorpeciera los pactos. Estuvo en la operación del diario «Madrid». Y pudo haberse quedado con «El País», cuyos directivos lo consideraron siempre el enemigo número uno. Como los servicios de información de Carrero. Para la CIA era «Maverick», la única oposición real y seria al franquismo.

No se dio por vencido tampoco tras su derrota en la transición. Tuvo un papel clave como jefe del llamado «sindicato del crimen» en la caída de Felipe. Escribió algunas de las obras más importantes de pensamiento político publicadas en lengua española. Y muchos de nuestros males serían menores de habérsele hecho un poco de caso. Con una cultura enciclopédica, hacía vida de sabio patricio, marginado por la España oficial y admirado por un sinfín de estudiosos e intelectuales. Su legado además de sus libros y una vida arrolladora llena de fuerza, espíritu y tesón creador es el Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional (MCRC), que pretende reformar el régimen de la partitocracia a una democracia representativa. Su 90 cumpleaños, celebrado por un nutrido grupo de admiradores suyos en Santo Domingo de la Calzada el pasado verano, resultó ser su gran despedida de un mundo en el que pudo serlo todo de haber querido comerciar con sus ideas. Republicano combativo como era, con serios desencuentros con Juan Carlos I, queda en la memoria su precioso llamamiento al Rey Felipe VI a ponerse enfrente de la manifestación de la Nación para salvar la Corona y a España ante la amenaza separatista. Descanse en paz un grandísimo español al que la patria no correspondió su inmenso amor desplegado.


Para entender mejor su controvertida personalidad es bueno leer el artículo de Miguel Ángel Aguilar en Diario.es del que dejo estas líneas:

Trevijano llevó a cabo para organizar un sindicato de accionistas con el intento de descabalgar a Jesús de Polanco del diario 'El País' mediante una compra de acciones que fue tildada de clandestina. Operación de la que, según Mari Cruz Seoane en su libro Una historia de 'El País', García Trevijano no salió mal parado porque se saldó con una sustanciosa plusvalía para su inversión además de un pacto por el cual el diario publicaría en los años siguientes algunas tribunas y daría relieve en la sección Gente a las actividades hípicas de su hijo. Paradójicamente, dice la historiadora, el resultado fue que Polanco y su entorno pasaron a ser los principales accionistas. Además de consolidar de manera irreversible a Juan Luis Cebrián que había sabido acudir a tiempo en socorro del vencedor.